sábado, 8 de septiembre de 2012

Injertando recuerdos

    Los sentidos nos llevan a menudo a recordar vivencias pasadas. Pero si lo que queremos es recordar el sabor de las manzanas del huerto del abuelo, o los albaricoques del pueblo en el que veraneamos aquel año, ¿cómo lo hacemos?



   Pues podemos llevarnos el árbol a casa. Basta una ramita que cortaremos y pondremos entre paños húmedos, para poder después pegar o injertar yemas de ésta en el frutal que deseemos.


   Los frutales de hueso tales como melocotón, albarillo o nectarina pueden injertarse entre sí. Lo mismo ocurre con los frutales de pepita como el peral, o el manzano. En cambio, no invirtáis tiempo en injertarlos entre sí. Al cerezo le gusta estar injertado en un guindero o "cerezo bravío"



   Para llevar a cabo la operación, elegiremos el momento en que la fina corteza de la ramilla de la variedad seleccionada, despega con facilidad del leño. Lo mismo debe ocurrir en el caso del árbol patrón, aquel en el que implantaremos la variedad. 


   El injerto en escudete, se caracteriza por la forma de escudo que adquiere el pedazo de corteza que se recorta de la ramilla de la variedad seleccionada. En cambio, en el injerto en parche el trozo de corteza que se utiliza es rectangular.


   Existen útiles específicos para llevar a cabo el proceso y en este medio, hay cantidad de entradas con información técnica sobre el tema. Nosotros, que no somos demasiado profesionales, hemos optado por el uso de un sencillo cúter. Eso sí, la atadura de la yema la hacemos con tiras plásticas específicas para esta tarea.


   Tras llevar a cabo la operación, se recomienda tronchar la rama del árbol patrón para concentrar el flujo de savia en la zona del injerto.


   En un mes, habremos roto totalmente la rama patrón por encima del injerto, habremos quitado las ataduras de plástico ya que de lo contrario, de tratarse de ramas finas, la estrangularán a medida que crezca, y veremos asomar ya la yema del retoño del manzano del huerto del abuelo. En el momento en que cojamos los primeros frutos, probarlos nos transportará a los momentos en que los comimos por primera vez.

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