domingo, 12 de abril de 2020

Invernaderos del jardín botánico de Valencia

   El pasado año visitamos el jardín botánico de Valencia.


   Llegamos con tiempo suficiente como para no perdernos ninguno de sus rincones y hoy, tras "desempolvar" viejos archivos hemos recopilado una secuencia de imágenes relativas a sus invernaderos, con el fin de invitaros a visitarlos en cuanto esta lucha pasiva en que vivimos, de paso a la victoria que esperanzados ansiamos.


   El mayor de los invernaderos con los que cuenta el jardín botánico de valencia, se dedica a plantas tropicales, un par de pasillos adoquinados rodea a una isleta central rectangular. Se trata de un entorno acogedor y bello.


   Hacia la zona central del jardín nos topamos con una estructura metálica a modo de invernadero, dotado de techumbre pero semiabireto, sin cristalera que lo cierre por completo, aunque suficientemente cubierto como  para evitar las heladas de las plantas que contiene.



   La colección de plantas crasas se encuentra en una pequeña sala con techo acristalado. Se accede bajando unos peldaños  que conducen a dos salas contiguas, donde en parterres elevados del suelo se puede contemplar una bonita colección de cáctus.






   Dando un paseo, volvemos a la zona donde se localiza el mayor de los invernaderos cubiertos y nos detenemos en los pequeños situados junto a éste. Dos estructuras en forma de arco apuntalado que asoman desde la superficie del suelo, y albergan cuatro colecciones de plantas singulares.


   Debido a su tamaño y estructura, estos invernaderos nos resultan curiosos y encantadores. Para acceder a ver las plantas que contienen, se ha de bajar una pequeña escalera que da paso a una sala algo más de un metro por debajo del nivel de la superficie. Ya en su interior, descubrimos parterres elevados con las distintas colecciones de plantas expuestas.


    En las siguientes fotos os mostramos los carteles informativos referentes a cada conjunto de plantas e instantáneas de las mismas.













   En estos días, los bancos que invitan al paseante a descansar y relajarse por un momento, ajeno a otras distracciones que no sean, el canto de los pájaros que rebolotean, el rumor el agua de la fuente o el susurro de las plantas al paso de la brisa, permanecen solitarios, pero esperanzados confiamos en que no pasará mucho más tiempo siendo esto así.

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