viernes, 11 de enero de 2013

Podando rosales

   Ha llegado el momento, tras una larga etapa de crecimiento y producción de bellas flores, es tiempo de podar nuestros rosales. En las fotos siguientes os mostaramos el instante anterior y posterior a la poda en el caso de un rosal de copa o porte alto.


   Para llegar al estado de la segunda imagen, comenzamos cortando los chupones que han surgido del patrón. Este tipo de rosales de porte alto están injertados en la parte superior del tronco madre o patrón, por lo que los brotes que surgen de ese punto hacia abajo, pertenecen a la planta madre donde se injerta la variedad correspondiente. Esta operación debe realizarse a lo largo del año, no obstante, en nuestro caso hemos dejado crecer estos chupones, ya os indicaremos en otro momento el motivo.


   Además de eliminar las ramas no pertenecientes a la variedad, debemos suprimir las ramillas secas, así como las que presentan un crecimiento hacia el interior de la copa de la planta.


   Tras estas operaciones, debemos acortar las ramificaciones exteriores. La idéa es dejar las ramas dispuestas de tal forma que el rosal cuando se "vista" nevamente en primavera, se asemeje a una copa. Para ello, acortamos las ramas a la altura de una yema que apunte al exterior de la planta y nunca al revés. De este modo, marcamos la tendencia de crecimiento para el futuro.

   Rosal de pie alto antes y después de la poda:

   El procedimiento a seguir en rosales arbustivos guarda cierto paralelismo con el caso anterior. En las dos imágenes siguientes os mostramos el antes y después de la poda en el caso de un rosal de este tipo.


   Trataremos de suprimir ramas que crezcan hacia el interior de la planta y nos quedaremos con las que crecen alrededor del centro de ésta. Al tiempo suprimiremos los tocones secos de años anteriores, y las ramillas que se hayan podido secar últimamente.


    En todo caso, los cortes deben ser "limpios" y oblícuos. La inclinación del corte es importante. Una superficie cortada que esté inclinada hacia una yema o hacia la insercción de una rama, además de dificultar la cicatrización del corte, verterá el agua del rocío y la lluvia hacia su punto más bajo, puede por tanto pudrirse la planta en dicho punto por la presencia constante de agua.



   Acortaremos las ramas exteriores que hemos mantenido, seleccionando como en el caso anterior, una yema que apunte hacia el exterior del rosal. La dirección en la que apunten las yemas terminales que dejemos en el ápice de las ramas cortadas, marcarán la tendencia de crecimiento así, si dichas brotaciones se disponen hacia el centro del rosal, éste emitirá las ramas hacia su centro, cerrándose sobre si mismo. Esto solo es recomendable en el caso de rosales dispuestos en zonas de paso, donde podemos realizar los cortes de poda a la altura de una yema interior o lateral.


   Se debe intentar dejar ramas fuertes, suprimiendo las más finas y aquellas que se crucen con otras ramas cercanas. De este modo, como en el caso de los rosales de porte alto, tendremos del orden de 3 a 6 ramas que parten de la base del rosal y se disponen en círculo en torno a este centro, a modo de cono o copa.


                 
Rosal arbustivo antes y después de la poda:

   En su día un joven aprendiz de jardinero, tomó unas tijeras y se dispuso a cortar las ramas de un rosal. Su maestro al observarlo no pudo sino detenerle y enseñarle paso a paso el arte de realizar un trabajo bien hecho, con sabiduría, paciendia y previsión de sus actos.

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