Tras cada primavera, los pétalos de tulipán se marchitan y caen. Las hojas y el tallo permanecen verdes y el fruto comienza a engordar, si es que ha existido polinización. Es tiempo de abonar y prolongar el riego, hasta que finalmente la parte aérea de la planta se seca y desprende del bulbo.
Hay quién es ese momento propone vaciar los tiestos y guardar los bulbos hasta el otoño. En tal caso deben conservarse en un entorno oscuro y seco, entre virutas de madera o recortes de periódicos y dentro de una caja. Nosotros hemos optado por dejarlos todo el verano en su tiesto y ahora en septiembre los hemos desenterrado del modo en que podéis ver en las fotos. El número de bulbos se multiplica cada año, por lo que esta operación es imprescindible para contar con grandes flores en primavera.
Tras seleccionar los bulbos más grandes los hemos vuelto a disponer en la maceta. En el fondo del tiesto hemos colocados unas piedras para facilitar el drenaje, sobre ellas un trapo para evitar que la tierra penetre entre ellas. Los bulbos deben distribuirse separados unos de otros, con las raicillas hacia abajo y el ápice por donde despuntará la futura planta hacia arriba. Se recomienda el uso de tiestos medianos o grandes. Así, podremos establecer al menos un par de niveles de plantación. A media altura podemos poner los tres primeros bulbos, mientras que a un tercio de la superficie colocaremos otros tres, aunque procurando que no coincidan en posición con los tres inferiores.
En Primavera adornarán los rincones del patio con sus vivos colores. Su gran diversidad nos proporcionará la posibilidad de adquirir nuevas especies de distintos colores por precios asequibles en centros de jardinería y tiendas especializadas.
Por lo general presentan una prolongada floración y con los cuidados mencionados vivirán junto a nosotros año tras año. Incluso nos darán la opción de hacer algún que otro regalo debido a la cantidad de bulbos que generan.
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