Las encontramos una mañana de octubre, abandonadas al pie de un contenedor de basura. Quizá quien las depositara allí pensó que dejándolas en ese lugar alguien pudiera verlas y llevárselas. La opción de introducirlas en el contenedor no les habría dado una sola oportunidad.
Dos orquídeas de sendas especies cuyas flores están aun por venir. Mientras tanto, pensamos que se hacía oportuno su cambio a tiestos de mayor tamaño.
Siempre habíamos visto este tipo de plantas en tiestos de plástico transparente, en cambio, no nos habían comentado nunca el motivo de tal detalle. Al cuidar de estos dos ejemplares, observamos cómo al recibir la luz del sol las raíces adquirían un tono verde intenso. Se deducía por tanto que éstas son capaces de realizar fotosíntesis así que es de lógica que los tiestos sean transparentes.
Tras eliminar restos plásticos de envases anteriores y raíces secas, porcedimos al trasplante. Para ello optamos por reutilizar una pecera y un bote de cristal para golosinas. Llevaban tiempo rodando por casa y creímos que serían de buen uso en este caso, siempre y cuando estemos atentos al riego, ya que no disponen de agujero de drenaje.
Para el cambio del sustrato elegimos uno específico para estas plantas. De momento no enfocamos el blog hacia el consumo de determinadas marcas, pero en fin, Compo Sana nos pareció una buena opción y fue la que adquirimos.
En el mes de diciembre aparecieron los retoños de las varas de las que posteriormente surgirán las flores.
En algún momento he llegado a pensar que perdemos habitualmente la capacidad de ilusionarnos. Pero quizá sea que esperamos demasiado de este término. ¿Será estar constantemente esperanzado y eufórico por lo que ha de venir cada día?. Alguien querido me comentó que es mucho más sencillo que todo eso. ¿No será la ilusión solamente de esperar?, aguardar la floración por ejemplo, la llegada de la primavera o quizá, nada más complicado que escuchar con emoción el torrente de agua de un canalón, que golpea con fuerza nuestro paraguas mientras lo sostenemos sobre nuestra cabeza sin temor de calarnos.
Quizá sí, tal vez olvidamos que estamos ilusionados cada día, con cada cosa sin importancia de la que esperamos algo, como ver aparecer una nueva hoja en nuestras plantas o conseguir un nuevo elemento coleccionable para nuestros álbumes. Encontrad la ilusión, no penséis que la habéis perdido.
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