En un principio dispusimos unas plantas en el lugar que sin mucho pensar teníamos establecido, en este caso, en un cajón de madera de algo más de un metro cúbico. Aquí plantamos un par de groselleros y al cabo de dos años dando frutos decidimos cambiarlos de sitio.
En el cajón el sol incidía de tal manera sobre sus hojas durante los meses de verano, que les causaba graves quemaduras y además, quisimos darle otra utilidad al cajón.
En un mes de febrero nuestras dos plantas de frutos del bosque quedaban instaladas al pie de uno de los muros del patio, fachada soleada durante la mañana y sombría por la tarde.
En el cajón removimos un poco la tierra y la preparamos para una nueva plantación que os mostraremos en otra ocasión.
Ya hemos encontrado una buena situación para nuestros groselleros. Suele ocurrir que tengamos que encontrar el mejor sitio para el óptimo desarrollo de cada planta, y al igual que ellas, también nosotros podemos encontrar nuestro lugar, nuestro sitio y nuestro propósito en este mundo a fin de conseguir crecer felices.
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