¿Cuántas veces nos han regalado un bonsái y hemos sentido la responsabilidad de cuidarlo, a sabiendas de que posiblemente acabaríamos perdiéndolo por falta de cuidados o desconocimiento de los mismos?. Pues en mi caso en varias ocasiones.
Por experiencia me consta que hay quien piensan que estos pequeñines pueden permanecer en sus tiestos por siempre, o al menos por el tiempo que nos duren, sin necesidad de trabajar sus raíces y atendiendo solamente al riego y la poda de sus ramillas cada año.
La sustitución de la tierra de las macetas en las que vienen se hace imprescindible si no queremos que su sistema de raíces se colapse y éstas acaben por pudrirse.
Para llevar a cabo el trasplante, necesitamos una herramienta plana con la que separar el cepellón de las paredes laterales de la maceta. Después desenmarañamos las raíces con cuidado, como si las peinásemos, y retiramos buena parte de la tierra de la que ha estado tomando agua y minerales durante quién sabe cuántos años hasta llegar a nuestras manos.
Algunas de estas raíces tendremos que acortarlas para acomodarlas al tamaño de la maceta, siendo esta una operación delicada. Personalmente, no me arriesgo a retirar grandes cantidades de tierra o raíces, aunque como podréis comprobar a través de revistas especializadas o páginas de este medio, hay expertos que gracias a su larga experiencia, no tienen reparos en hacer grandes cambios estructurales en el sistema radical de ancianos e imponentes bonsáis.
En el caso que nos ocupa, hemos optado por la sustitución del sustrato de que disponía el bonsái, utilizando una tierra específica denominada Akadama, que podrás encontrar en centros de jardinería especializados.
Para evitar la pérdida de tierra por los agujeros de drenaje, hemos usado un trozo de maya del utilizado como soporte para pinturas aislantes.
Tras colocar de la mejor forma posible nuestro bonsái, hemos aplicado un abundante riego, mientras que con la ayuda de un fino bambú y una paleta, hemos conseguido rellenar todos los recovecos de la maceta con Akadama y compactado un poco el suelo.
Finalmente hemos podado un poco nuestro ejemplar, el cual esperamos que permanezca por muchos años con nosotros y nosotros con él.
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