En cantidad de centros de jardinería existe un apartado dedicado a la plantas hortícolas. En el mes de abril compramos unas pequeñas plantitas de tomates Cherry. Su precio era asequible y su cultivo en un principio no nos pareció que pudiera ser complicado.
En efecto, tras su trasplante a macetas de al menos cinco litros de capacidad, las pequeñas tomateras crecieron y crecieron buscando la cálida luz solar, y es que si algo tiene el tomate es ganas de tomar el sol.
Sus racimos de flores amarillas pronto se convirtieron en pequeñas bolitas verdes que poco a poco, se tornaron naranjas y posteriormente rojas.
Su fructificación escalonada garantiza una pequeña cosecha de tomatitos durante varios meses.
En Cuanto a plagas, algunos pulgones vimos alimentándose de su savia. Aparecieron como pequeños puntos negros dispersos a lo largo del tallo. Observamos que a diferencia de otras especies de áfidos, estos se agarraban débilmente a la planta, por lo que pudimos eliminarlos con facilidad con un buen chorro de agua.
La tomatera precisa agua en abundancia. Soporta el hecho de que un día nos olvidemos de regarla, pero difícilmente dos. El agua, imprescindible para la vida, para los que nos es tan accesible, puede ocurrir que a veces olvidemos que se trata de un recurso limitado.
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