Si bien las plantas de fresas y fresones se prestan, como ya hemos comentado en entradas anteriores, a su cultivo en macetas y macetones, es bien cierto que el máximo rendimiento a estas bayas se obtiene con su plantación en suelo firme.
El cultivo en macetas se ve restringido por el espacio de los tiestos, éstos se quedan pequeños en una o dos temporadas y las plantas acusan con facilidad tanto el exceso como la escasez de agua. Así pues, cada año es necesario conseguir nuevas plantas para disponerlas en nuevos tiestos. En cambio una plantación en suelo, en lo alto de surcos, da lugar a cosechas durante varios años.
Con la disposición de plásticos alrededor de las plantas y a lo largo del surco, conseguimos que el terreno no pierda su humedad rápidamente, impedimos el enraizado de estolones y facilitamos la recolección, ya que las fresas cuelgan desde la planta madre y no tocan tierra, careciendo de suciedad y permaneciendo aisladas de la humedad, lo que propicia la ausencia de podredumbres en los frutos.