Los primeros sellos o marcas postales indicadoras del lugar de procedencia de la correspondencia, se limitaban a la mención de la ciudad de partida allá por 1718. Pero en unas décadas, ciertos problemillas con las fechas de salida y llegada de la correspondencia, daría lugar en 1784 a la primera dispoción por la que se crea el sello de fecha, ya que "con motivo de los recursos presentados por varias personas de diferentes provincias, acusando a los administradores y carteros de retenerles las cartas de la Corte por malicia o enemistad, y que siendo difícil provar la mala fe de los dependientes, y más verosímil que los que escriben pongan atrasadas las fechas de sus cartas para disculpar su pereza u olvido, se disponen ciertos sellos para marcar con la letra inicial y los números correspondientes el mes y día en que las cartas se hayan echado por el agujero del Correo de Madrid, a fin de que esta contraseña sirva de convencimiento a los quejosos y de resguardo a los dependientes".
El verdadero nacimiento del sello postal entendido como la marca del origen de la correspondencia, se debe al Director General de Correos Don Juan Baeza, que presentó los timbres que él mismo había creado, al regente del Reino en diciembre 1841, para que comenzaran a utilizarse en 1842.
En la imagen anterior se ilustra una de las marcas postales ideadas por Don Juan Baeza, identificando el origen de la carta en Calatayud, a este respecto hemos de indicar que el cuño de 1842 se distribuyó a las distintas demarcaciones postales y se estableció un código de colores para identificar las "carreras" seguidas por las cartas, de esta forma "en la carrera de Aragón y Cataluña, que se iniciaba en Guadalajara, y seguía por Zaragoza, Lérida y Barcelona, debían sellar los sobrescritos con tinta color rojo de ladrillo".
Este tipo de sellos o timbres se utilizarían sobre el papel solos o con alguna otra marca postal. Hasta que en 1850 surgieran los primeros papelitos adhesivos para el previo pago del porte del correo, por lo que "los sellos que servían para sellar las cartas perderían su nombre, y se llamarían en la práctica matasellos, y el sello de antes, sería el timbre adhesivo o sello de correo".
Y, ¿cómo vio la luz el matasellos de araña, el cual figura en la primera de las imágenes de esta entrada, sobre un sello de Isabel II de 1852?. Pues se dice que "la disposición fué que los sellos quedaran matasellados con el timbre de fechas, pero por lo visto, a la jovencita Reina Isabel II no debióle gustar mucho que le emborronaran la carita y refunfuñando lo expuso a su ministro". "Éste.....encargó 600 "matasellos" para inutilizar los sellos de franqueo. Estos cuños presentaban cuatro arcos de círculo unidos, y cuatro flechas que sobresalen" de esta madera la imagen de la reina quedaría exenta de manchas en el centro de la figura, siempre y cuando el cartero tuviera buen acierto a la hora de dar el "golpe de gracia al sello".
El coleccionismo de matasellos o Marcofilia, constituye una de las disciplinas más complejas de la filatelia, la gran diversidad de éstos en un mismo país es impresionante. No sólo nos encontraremos con matasellos oficiales, sino también con otros de iniciativa particular, carteros que ante la falta de recursos encargan sus propios cuños, erratas a la hora de la elaboración, tintas de distintos colores etc.
Os hemos querido mostrar en esta entrada la evolución de
los matasellos desde los primeros fechadores de 1842 hasta meidados del siglo XX, espero que alguno lo encuentre de interés y se
anime a zambullirse en la Marcofilia.
Fuente: Majó-Tocabens J.- Breviario del coleccionista de matasellos. Ed. Ramón Sopena, S. A. - Barcelona 1947.