Es posible que en alguno de esos días señalados, esos en los que por fortuna conseguimos celebrar año tras año, nos regalen un bonsái. Se trata de un obsequio asequible y del agrado de muchos. Pero entonces se nos plantean dudas sobre sus cuidados.
En este caso esta Carmona, después de su primer año de vida tras su compra comenzó a presentar síntomas de evidente enfermedad. En primavera a penas conseguía emitir alguna tímida hoja. Por tanto tomamos "cartas en el asunto" y procedimos a realizar un trasplante de emergencia, antes de que los daños fuesen irreparables.
En muchas ocasiones los bonsáis que
se venden en centros comerciales están dispuestos en tiestos demasiado
pequeños, donde llevan años sin ser trasplantados. Una vez en nuestras manos, estas plantas aguantan el primer año, pero pronto comienzan a aparecer enfermedades en muchos casos asociadas al exceso de humedad en el tiesto y a la acumulación de raíces.
En el caso que nos ocupa pudimos constatar que tenía una buena cantidad de raíces muertas, necrosadas y optamos por disponer esta Carmona en un nuevo tiesto, aunque no con la típica forma de los utilizados para bonsáis, y es que lo importante no era la estética del conjunto sino salvar la planta.
Transcurridas unas semanas esta pequeña planta agradeció nuestros cuidados e incluso floreció.
Para estas plantas el hecho de permanecer
indefinidamente en el mismo tiesto no resulta apropiado, más bien conduce a la enfermedad y más allá. Algo similar ocurre con el ser humano, no es constructivo ni gratificante a largo plazo permanecer
estáticos o pasivos por mucho tiempo. El esfuerzo por causarnos un cambio hacia una situación mejor, el dinamismo y el
constante aprendizaje nos construyen, hacen que permanezcamos espectantes
y esperanzados ante el futuro.