Existen actividades de invierno sencillas que ilustran claramente el desarrollo de las plantas desde una pequeña parte de las mismas, distinta a la semilla, hasta la observación de la planta completa y la producción de nuevas partes comestibles. Este tipo de actividades son ilustrativas y recomendables para tod@ madre o padre de familia que desee mostrar a sus hij@s que los alimentos no crecen en el super.
Partimos de unos cuantos dientes de ajo que adquirimos en una tienda especializada en el suministro de plantas hortícolas y en el mejor de los casos, dispondremos de un huertecito donde preparar un buen surco con su lomo de tierra mullida. Sembraremos los ajos con su ápice orientado hacia arriba, y los cubriremos de tierra antes de proporcionarles un poco de agua.
Pero no siempre puede ser así, en ese caso podemos hacer uso de una vieja jardinera que ya teníamos olvidada en el trastero o adquirir una nueva.
Se de quien siembra sus propios ajos de un año para otro, de quien toma las mejores habas y semillas de tomate, y las guarda como se hacía habituálmente antaño seleccionando sus propias variedades.
Al cabo de unos días si el tiempo no es demasiado frío, los verdes brotes despuntan en nuestra jardinera.
Cualquier niño con inquietudes y ganas de aprender, se entusiasmaría regando y cuidando las jóvenes plantas hasta poder recoger la cosecha de ajos que él junto a sus padres sembró.